En representación del grupo local Memoria en Marcha, la destacada historiadora y actual Fortinera Trenquelauquenche, Cristina Goires, resaltó el sábado el significado de la apertura del Museo de los Carruajes que “amplía el horizonte educativo y cultural con el propósito de afirmar el conocimiento y el acceso del patrimonio a una gran mayoría de la población”.
“La visita al museo plantea un viaje a través del tiempo en el que cada objeto nos habla de las necesidades, esfuerzos, deseos y utopías de quienes nos precedieron. Recorrer este nuevo espacio será un reencuentro con la vida intensa de la población de finales del siglo XIX hasta la segunda mitad del siglo XX y, en algunos casos, de su vigencia en un entorno único en la vida de los pueblos a la vera del ferrocarril”, agregó.
La profesora Goires, quien también fue directora de Cultura municipal, aventuró que en el Museo de los carruajes se asistirá “al recuerdo de los protagonistas de nuestra historia lugareña que superaban la venta comercial para convertirse en vendedores de historias convirtiéndose en comunicadores sociales y distribuidores de cultura”.
“Vamos a recordar o imaginar los esperados chiflidos cuando llegaban a los campos aquellos primeros italianos reemplazados más tardes por los llamados turcos con su tremenda carga de ilusiones y de novedades”, puso como ejemplo, para apuntar que “hoy no nos damos cuenta porque las tenemos a la vuelta de la esquina”, y siguió enumerando ejemplos, e hizo hincapié en la presencia de un carro que une dos historias de panaderías todavía que perduran en Trenque Lauquen: La Favorita y la Universal, de la familia Andrade.
Goires le puso broche a sus palabras con una expresión del arq. Carlos Moreno, un especialista en cuestiones referidos a memoria y patrimonio cultural: “El esfuerzo de la gente común que trabajó para poder vivir cada día generando una historia sin demasiado dramatismo y de una dimensión social de tal magnitud, que nuestro mundo cultural que es como es gracias a la gente que acumulando experiencias y sumando esfuerzos fue transformando día a día la realidad que le tocó vivir. Cada hombre, cada familia, cada poblado, cada retazo de campo retiene huellas de la sociedad que modificó su circunstancia natural para hacerla sustentable para la vida. Todo ese trabajo acumulado que se convierte en patrimonio cultural”.